Artículo sobre la actuación de Titiriguiri en el Festival de títeres de Tolosa 2018, escrito por Toni Rumbau, publicado en Titiresante.
Debo confesar que no conocía a esta prestigiosa compañía de Madrid, que desde hace años trabaja en una línea de obras de muy trabajada factura y cuidada estética, y que suele combinar el vídeo con el títere y el actor. Con dirección de Sonia Muñoz, artífice y fundadora de la compañía y autora del espectáculo, El ratoncito no nace se hace es una obra que busca explicar el pequeño mito del Ratoncito Pérez, convertido en una creencia y costumbre muy arraigada en muchas familias españolas.
Foto de Iñigo Royo
Lo hace Sonia Muñoz con una recreación idílica del mundo de una familia de ratones que vive en un popular barrio de vecinos. Pero lo hace insertando la historia en la de un matrimonio mayor compuesto por una bombonera y un dentista, historia romántica de olvidos y de momentos maravillosos. Y es entre los intersticios mágicos del encuentro y el amorío de esta pareja por dónde se cuela la historia también mágica de los ratones, sumándose ambas en un muy bien tramado argumento.
Foto de Iñigo Royo
Lo más interesante y lo que seduce de la propuesta es el lenguaje utilizado: esa precisión del vídeo de animación proyectado a modo de mapping en el panel que hace de retablo y que tanto puede ser la fachada de la casa, una habitación de la misma, el consultorio del dentista como el interior subterráneo de las tuberías y bajantes donde suelen habitar esos compañeros indeseados de la especie humana desde tiempos inmemoriales. En el panel se abren puertas, ventanas, y por los extremos de las tuberías, salen los ratones títeres.
Foto de Iñigo Royo
Un lenguaje de una gran complejidad que se resuelve en una apariencia sencilla y que nos traslada a una feliz combinación de cine y teatro, cuando en una pantalla los actores son capaces de salir de ella para volver a entrar en la dinámica fílmica. Como es fácil imaginar y nosotros pudimos comprobar, en el Teatro Leidor lleno hasta la bandera de escolares, la obra atrapó a los niños desde el primer minuto hasta el último.
Foto de Iñigo Royo
Si sumamos a ello una muy lograda actuación de Sonia Muñoz y de Bernardo Rivera, los dos actores-titiriteros de la obra, de agradable presencia escénica y clara dicción, hay que decir que la obra alcanzó unos niveles pocas veces logrados en este tipo de espectáculos dirigidos a familias y escolares. A destacar la factura de las imágenes animadas proyectadas en vídeo, obra de Francisco Piris, Monigotes estudio 2.0 y la programación audiovisual de Michael Fernández, así como la música de Jesús Mañeru. Una producción de una inhabitual envergadura que cosechó salvas sinceras de aplausos del público que asistió con entusiasmo a la representación.
Foto de Iñigo Royo
Sonia Muñoz y Bernardo Rivera
